Plan General de Ordenación Urbana 2001

Memoria

3. ASPECTOS ECONÓMICOS Y SECTORIALES: UNIVERSIDAD.

C. UNIVERSIDAD.



1 Es un hecho bien conocido en el análisis urbano la importancia que para el crecimiento y estructura de la ciudad tienen las funciones que esta desempeña. Junto a las ciudades capitales, industriales, episcopales, etcétera existe un tipo de ciudad, la universitaria, cuya función predominante ha sido la de prestar servicios docentes universitarios. Pero ocurre, a menudo, que un gran número de ciudades no desempeñan de manera unívoca una función exclusiva. Es el caso de Granada. Sin embargo, es útil para comprender su funcionamiento global tener presente cómo determinadas actividades (la universitaria en este caso) condicionan y rigen la organización de su territorio. Conviene, asimismo, tener en cuenta, siquiera brevemente, la evolución de sus bases productivas y las fases de desarrollo de la institución universitaria (en su relación con la ocupación del suelo urbano), a fin de esbozar de un modo general cuál ha sido la relación habida entre ciudad y universidad.

2 Es desde el enfoque de la paulatina irrupción del sector terciario como predominante en la estructura productiva urbana y en el papel territorial desempeñado por Granada, como puede entenderse la función universitaria, y cómo ella ha incidido en la configuración de la estructura de la ciudad.

En primer lugar conviene diferenciar entre la Universidad fundada por el emperador y la institución que heredó su nombre. Aquella, además de cumplir un nada desdeñable cometido en la organización de la superestructura ideológica del estado absolutista, muy relacionado en un primer momento con las exigencias de evangelización de la población morisca, además de ser, naturalmente un centro de producción cultural, obedeció a un modelo de implantación urbana deudor de su finalidad ideológica. Sus instalaciones (los Colegios Imperiales de Santa Cruz de la Fe y de Santa Catalina, y el de San Miguel) estaban emplazadas en las proximidades de la Catedral, no sólo por su vinculación eclesiástica, sino sobre todo por el hondo significado simbólico que, como nuevo centro urbano, en su doble dimensión estatal (fundación imperial pensada como enterramiento dinástico) y religiosa tenía (como se desprende de la lectura iconológica de la Plataforma de Ambrosio de Vico-Heylan y del apunte del XVII atribuido a Velázquez).

Pronto, una nueva institución docente competiría con ella y establecería un nuevo foco de irradiación urbana: el Colegio de San Pablo de la Compañía de Jesús. Tenía sus instalaciones apoyadas en uno de los ejes que prolongaría la ciudad barroca: la calle de San Jerónimo, que cortaba longitudinalmente una de las líneas de fijación urbana al poner en crisis la cortina de muralla que discurría por este sector y prolongar el casco urbano hacia unos terrenos rústicos poblados con almunias y próximos al vacío del cementerio musulmán de Salik ben Malik, convertido en ejido después de la cristianización de Granada. En definitiva, las instalaciones del Colegio de la Compañía ocupaban extensas manzanas en uno de los sectores residenciales más importantes de la ciudad barroca. Es sabido cómo durante el Antiguo Régimen los jesuitas elaboraron un sistema pedagógico alternativo, de gran eficacia, que rápidamente atrajo hacia sus instalaciones formativas a las clases dirigentes.

El proyecto reformista borbónico tuvo dos consecuencias importantes respecto al desarrollo futuro de la Universidad. La primera fue el secuestro de los bines de los jesuitas y su expulsión de los territorios del estado. La segunda fue la renovación del programa docente universitario. Ambas se tradujeron en tres hechos notables. Primero, la eliminación de cualquier sistema formativo superior que hiciera competencia al universitario, y el consiguiente monopolio ejercido por la Universidad en este campo. En segundo lugar, la configuración de un nuevo modelo docente que la capacitaba para formar los cuadros dirigentes e ideológicos de la naciente sociedad burguesa. Por último, gracias a unas permutas con el Arzobispado, por el que este ocupaba la sede del antiguo colegio imperial de Santa Cruz de la Fe con las dependencias de la Curia eclesiástica, la Universidad se hizo con los edificios de la Compañía. A partir del siglo XIX, la Universidad (ahora denominada Universidad Literaria) acometió diferentes reformas de las instalaciones jesuíticas que ocupaba (actual sede de la Facultad de Derecho), bastándoles para el ejercicio de sus actividades.

3 A finales de 1950 la Universidad de Granada era una de las tres que mayor número de alumnos contaba, y la primera regional, con una clara influencia sobre la alta Andalucía. De ahí el interés por las autoridades de crear una ciudad universitaria en Granada que respondiese a los requisitos que la institución demandaba. El proyecto de ciudad universitaria se concretaría en dos fases: a mediados y a finales de 1960. Su gestación y desarrollo marcarían profundamente los programas de ocupación urbana de la Universidad, así como el inicio de una política errática de implantación territorial.

Al asumir el modelo de ciudad universitaria para sus instalaciones, la Universidad claramente se hacía eco del prestigio político que para el régimen tenía la reconstrucción de la ciudad universitaria de Madrid. En Granada, el proyecto se apoyaba sobre una articulación territorial segregada, al basar la distribución de sus dotaciones en dos campus emplazados en diferentes sectores urbanos. Uno, entre la avenida de Calvo Sotelo y la prolongación de la calle Pedro Antonio de Alarcón. El otro se situaba próximo a la Cartuja, junto al edificio del Colegio Máximo, en terrenos que habían sido de los jesuitas. Hay que señalar que el anterproyecto de Ordenación Urbana de Granada realizado por Prieto Moreno (dado a conocer por la prensa, pero no tramitado) estaba previsto esta doble implantación. Las razones de la doble implantación sustentada en dos campus son complejas. Entre ellas estaría la necesidad de disponer de suelo suficiente para albergar los usos requeridos. Pero también pudieran haber pesado razones de control político en la elección de una ordenación en dos campus. Desde los años 50 la Universidad en España se había convertido en uno de los centros de mayor contestación al régimen, sobre todo en aquellas facultades con una orientación más claramente humanista. La segregación territorial de las facultades impedía claramente las estrategias de contestación, y el proyecto de situar las más conflictivas en la periferia del casco urbano, al que se conectaba, a través de una zona equipada con acuartelamientos militares desde el directorio de Primo de Rivera, son factores que no se pueden obviar en el análisis espacial del proyecto de creación de la ciudad universitaria granadina.

La ordenación en dos campus y el modelo de ciudad universitaria contradecía la lógica del Plan de 1951. La zonificación contemplada en el Plan de Alineaciones de 1951 había previsto el emplazamiento de usos docentes en la zona calificada como universitaria, que tomando como centro el edificio que ocupaba la universidad (la actual facultad de Derecho), definía un polígono en el interior del centro histórico apto para acoger los diferentes espacios universitarios. (Por su parte, la Facultad de Medicina contaba con una sede propia próxima a las instalaciones hospitalarias, por razones fáciles de comprender). Pero, por otra parte, el emplazamiento del campus de Fuentenueva se hacía a costa de terrenos públicos previstos en el Plan para parque que paliase el déficit de espacios verdes en la ciudad.

El parque quedó reducido solamente a una pequeña parcela situada junto a la avenida de Calvo Sotelo, frente al complejo Elvira (cuyas condiciones de aprovechamiento habían sido revisadas por una modificación puntual de las Ordenanzas para permitir mayores alturas). De este modo, un equipamiento público había quedado reducido a un mero gesto que cualificaba una zona residencial de extracción burguesa, ya que el contacto del campus con la prolongación de la calle Pedro Antonio de Alarcón, una zona altamente densificada, ocupada por construcciones abusivas, se reducía a un enverjado.

Las contradicciones del patrón elegido fueron varias y demostraban, tanto la falta de previsión de las autoridades académicas y civiles, como su renuncia a proponer un modelo que, en consonancia con la vocación humanista de la institución universitaria, incorporase el patrimonio histórico urbano al crecimiento económico de la ciudad. La falta de previsión se hizo evidente cuando en el transcurso de una década los inmuebles eran incapaces de descongestionar a un alumnado masivo. En ningún momento, el proyecto fue coherente con el modelo tipológico elegido, pues a diferencia de sus prototipos (ciudades universitarias europeas, campus americanos) no se contempló el problema del alojamiento del alumnado, quedando reducido el equipamiento comunitario no docente a la instalación de una sola Mensa Universitaria en el campus de Fuentenueva, y además de pequeñas proporciones, mientras que las instalaciones deportivas adolecían de graves deficiencias de concepto y diseño. Por último, la intervención sobre el patrimonio histórico urbano se limitó a una ocupación errática de los inmuebles que poseía la Universidad, los restos del Colegio de San Pablo, el palacio de las Columnas y algunos Colegios Mayores ubicados en edificios históricos. Tan sólo acometió la rehabilitación del Hospital Real como sede del Rectorado y de la Biblioteca General Universitaria. Recientemente, sin embargo, se han incorporado otros inmuebles históricos: el antiguo Hospital Militar (en su origen residencia palaciega de los Mendoza), para sede de la Escuela de Arquitectura, y las instalaciones del Cuartel General de Intendencia, para oficinas del Rectorado, vinculándolas así al centro administarativo universitario instituido por el Hospital Real. De este modo, la línea rehabilitadoara impulsada con la ocupación del Hospital Real parece tener continuidad.

El balance, pues, de la proyección urbanística de la Universidad en las útlimas décadas no puede ser positivo. En este terreno, ha actuado como un promotor privado más, sin que el peso cultural de una institución de tal calado se haya traducido en la producción de la ciudad, sino más bien parece que su actuación haya estado guiada más por la captación de plusvalías inmobiliarias y por los servicios prestados que por una voluntad de servicio público.

No obstante, el proyecto de creación de un Campus de la Salud en terrenos ubicados al S de la ciudad supone, por primera vez , la articulación de las actividades académicas con las productivas (gracias a los programas de I+d). Desde el punto de vista urbanístico, la adopción del modelo de campus, aunque conlleva el abandono de una estrategia de intervención en el centro histórico, por parte de uno de los promotores más importantes (dada su contribución al PIB granadino y sus capacidades financieras y operativas), supone una mejora de las instalaciones y equipamientos de la Universidad.

Abandonada la idea ganadora del concurso convocado en su momento para la ordenación de estos terrenos, la presencia del nuevo Hospital General de la S.S. condicionará la estructura definitiva del Campus, la cual deberá tener su soporte urbanístico en las determinaciones contempladas en el presente PGOU.


D. LA INDUSTRIA Y SU EMPLAZAMIENTO


Para comprender la implantación territorial y el peso del sector industrial en el conjunto del sistema productivo granadino, conviene analizarlo desde una doble perspectiva: histórica, es decir como fenómeno comprensible desde la larga duración, y estructural, o sea, en su relación con el resto de las actividades productivas. El análisis propuesto tiene la ventaja de ayudar a detectar la lógica seguida en la elección de determinados terrenos para emplazamiento de las instalaciones industriales, a la vez que ayuda a dilucidar cuáles han sido los elementos que han configurado un cierto conjunto de actitudes hacia el fenómeno emprendedor en su conjunto. Este conjunto de actitudes es lo que se conoce, en sentido más amplio como mentalidad, o, en un sentido menos riguroso, como cultura empresarial. Por ello resulta adecuado recurrir en ocasiones a enfoques provenientes de otras disciplinas no exclusivamente económicas, como la sociología Vid. Fernando Conde, Urbanismo y ciudad en la aglomeración de Granada: culturas e identidades urbanas. Sevilla: Consejería de Obras Públicas y Transportes/Empresa Pública de Suelo, 1999..

Vista desde una perspectiva histórica amplia, la estrecha vinculación entre la agricultura y la industria granadinas ha sido determinante en su caracterización. A falta de una industria de bienes de equipo, la granadina tradicionalmente ha sido una industria de bienes de consumo vinculada ampliamente con la agricultura (con la notable excepción de Fábrica de pólvora de Santa Bárbara). De ese modo la relación entre campo y ciudad se ha concebido siempre como una relación productiva según la cual el primero suministraba a la segunda la materia prima (seda, lino, cáñamo) o los productos manufacturados que esta se encargaba de distribuir. Todo ello influyó en la concreción de Granada como un centro de distribución y recolección territorial, mientras que el paisaje agrario circundante transformaba sus métodos de explotación y tipos de cultivos según los ritmos económicos y productivos, de acuerdo con las exigencias de puesta en mercado de las manufacturas.

El último episodio de desarrollo industrial basado en la transformación de las materias primas cultivadas en la Vega fue el auge de la industria azucarera, suficientemente estudiado como para repetir aquí lo ya dicho. Sin embargo, a finales de la década de 1960 se introdujo una ruptura significativa con lo que hasta entonces había sido la tónica dominante del sistema industrial granadino. En efecto, fue entonces, cuando dentro de la política estatal de planificación económica, se concedió a Granada el Polo de Desarrollo Económico y Social (1969), ubicado entre los términos municipales de Albolote y Peligros. La concesión del Polo de Desarrollo obligó a delimitar y dotar con infraestructuras unos terrenos para permitir la instalación en ellos de las industrias acogidas a los beneficios del Polo.

El emplazamiento de los polígonos industriales (Asegra y Juncaril) se realizó en función de la abundancia de la mano de obra y de la cercanía de los recursos naturales. Las implantaciones industriales se apoyaban en los accesos ferroviarios y consolidaron la zona norte de la comarca como la zona de carácter productivo industrial. Pero la implantación de las industrias estuvo guiada por los intereses económicos de las oligarquías provinciales o de intereses políticos concretos. Aunque lo más sobresaliente a efectos de concentración industrial fue que el Polo de Desarrollo de Granada consistió en la agrupación de las pequeñas o grandes industrias que ya existían en un espacio concreto, y comenzó un proceso de salida de actividades productivas del centro a la periferia. En resumen, el Polo de Granada no creó nuevos empresarios, el 70% de las empresas establecidas lo hicieron a modo de ampliación o traslado; tampoco se crearon puestos de trabajo. A juicio del profesor García Díaz Cit en DIPUTACIÓN PROVINCIAL DE GRANADA, Libro de Granada, t. 1, Granada: Anel, 1981, p. 135. entre las causas de este fracaso estarían los problemas de infraestructura, tanto en las específicas de los polígonos industriales, como en las generales de tipo viario, junto con las dificultades burocráticas y la escasa entidad de los incentivos. Junto a estos factores estructurales, la coyuntura desfavorable abierta por la crisis del petróleo de 1973 paralizó cualquier intento de desarrollo industrial.

Si desde el punto de vista de la creación de industrias, el Polo fracasó, desde el punto de vista de la creación de infraestructuras de comunicación, uno de los pilares en que las autoridades confiaban para el desarrollo de la ciudad, el resultado fue desigual. La creación de una red de circulación graduada en función de la capacidad y velocidad del tráfico fue una de las tareas encomendadas al Plan Comarcal de Ordenación Urbana (aprobado definitivamente en 1973) y vino a paliar en parte el déficit de infraestructuras viarias. La mejor de la red viaria comarcal se limitó a la creación o reforma de los accesos a la ciudad, de acuerdo con el modelo territorial jerarquizado a partir de la centralidad de Granada y el área central de la comarca. El emplazamiento de los polígonos industriales al norte de la capital consolidó el corredor norte de la CN 323 (Bailén-Motril) como el principal eje industrial de la comarca de Granada, mientras que la CN-432 a Córdoba (hacia Atarfe) y la CN-342 antigua Málaga –Sevilla se desarrollaron como corredores de actividad secundarios. Un segundo polo de atracción industrial se situó al sur del núcleo urbano: el Polígono Tecnológico Armilla-Ogíjares (1989), sobre una superficie cercana a los 300.000 m2, con algo más de 82 empresas, dominadas por el sector distribución y servicios.

La concentración de la mayoría de las actividades industriales al norte de la capital y la paralela consolidación de los corredores señalados dio lugar a asentamientos industriales dispersos A esta dispersión de las instalaciones industriales vino a sumarse la clasificación de suelo industrial con que cada municipio dotaba a su término.
apoyados en estos corredores (excepto en el caso de tres industrias desarrolladas, algunas de ellas con anterioridad a la creación de los polígonos, en otras áreas: Fábrica de pólvora de Santa Bárbara en El Fargue, Cervezas Alhambra en el Cercado Bajo de Cartuja y Puleva en la Vega).

El PGOU de 1985 reconoció esta distribución de las actividades económicas en el suelo municipal. Asumió los asentamientos industriales emplazados en el área norte de la ciudad, adoptando las medidas necesarias en el instrumento de planeamiento mediante la clasificación como suelo urbanizable con usos industriales en aquellos terrenos (desarrollados por su correspondiente plan parcial, el P30) y promovía de este modo la implantación de industrias en ese sector. Un segundo plan parcial, el P28, próximo al ámbito de actuación del P30, pero más vinculado con la estructura urbana del casco urbano consolidado, establecía también previsiones de suelo para emplazamiento de usos industriales. De este modo, el P30 y el P28 ordenaban la asignación de usos industriales en un sector urbano en los que estos se habían consolidado. No obstante, el trazado de la nueva vía de circunvalación influyó marcadamente sobre el emplazamiento de las funciones productivas. La nueva infraestructura viaria estableció una línea de fijación del plano de la ciudad, según la cual, el sector ordenado por el P30 quedaba fuera del cinturón de ronda que ceñía el casco urbano en su borde norte, mientras que los terrenos desarrollados por el P28 quedaban ubicado al otro lado de la circunvalación. Esta situación, por la que la conexión estructural entre los dos sectores próximos con asignación de usos industriales quedaba definitivamente cortada por la barrera de la circunvalación, aconsejó la revisión de su calificación y su cambio por el residencial, para así atender a las demandas de crecimiento urbano.

Respecto al resto de instalaciones industriales dispersas en el territorio, el PGOU también las reconoció por su importancia en la estructura productiva general de la ciudad. Entre estas destacaban PULEVA, Fábrica de pólvora de Santa Bárbara, o Cervezas Alhambra.

Las tres instalaciones representan tres modelos de asentamiento industrial. PULEVA obedece a un tipo de complejo industrial disperso en el campo, es decir, emplazado en terrenos rústicos de la Vega, aunque el suelo en que se asienta se encuentra clasificado como urbano. Por su parte, las instalaciones de Fábrica de pólvora de Santa Bárbara en El Fargue representan un modelo diferente, tanto por su emplazamiento, como por su estructura abierta. En efecto, el modelo seguido se considera modélico. En primer lugar, por su emplazamiento a media ladera, que supone el aprovechamiento de las condiciones topográficas del terreno, y, por consiguiente la adecuación de los volúmenes edificados a la morfología del paisaje en que se ubica. En segundo lugar, y relacionado con lo anterior, destaca el destino de parte de la parcela a jardín, lo que establece una zona de transición entre el complejo industrial y el resto del suelo. Este elemento ajardinado cumple una doble función, al establecer una zona de transición (ya comentada), y, a la vez, introducir una variante territorial en la definición tipológica. De todos modos, y a pesar de lo modélico de su solución tipológica, el modelo de Fábrica de pólvora de Santa Bárbara es irrepetible. Caso muy distinto representa el complejo fabril de Cervezas Alhambra. Surgió emplazado en los bordes del casco urbano, pero debido al desarrollo urbanístico posterior ha quedado englobado en el interior del recinto urbano.

Respecto a la distribución de usos y funciones productivas, el presente Plan General de Ordenación Urbana sistematiza y ordena estos asentamientos industriales dispersos. En el caso del sector norte de la ciudad, por la consolidación en ese área de usos industriales, apoyados sobre el corredor industrial que se dirige hacia los polígonos de Juncaril y Asegra. El presente Plan, en cuanto a la fábrica de pólvora de Santa Bárbara, lo reconoce como una instalación industrial, cuya adaptación al emplazamiento presenta unos valores paisajísticos y tipológicos, para lo que se clasifica como suelo urbano a los terrenos comprendidos entre El Fargue alto y bajo, y el resto como instalación industrial en suelo no urbanizable, y en cuanto a Puleva reconoce su ampliación mediante una normativa específica de instalación industrial en suelo no urbanizable, a fin de evitar la generación de polígonos industriales en terrenos de la Vega.

La distribución territorial de las actividades económicas en la aglomeración urbana de Granada a partir de una fuerte concentración regional de las actividades industriales en la capital o en sus cercanías. Por otro, por su localización mayoritaria en la zona norte de la aglomeración. Junto a ello destaca el hecho de que la mayoría de los municipios han desarrollado suelo industrial en su término, lo que ha llevado a una estructura policéntrica en toda la aglomeración.

Por otra parte. La concesión del Polo dotó a la ciudad con un aeropuerto. El aeropuerto se veía como un elemento nuclear que relacionaría la ciudad con el resto del país y del mundo y presentaba una importancia capital tanto para la actividad comercial que se pensaba que el Polo iba a generar, como para la llegada de un turismo de lujo, orientado especialmente hacia Sierra Nevada (un leitmotiv en la promoción de la oferta turística granadina desde las primeras décadas del siglo XX). Bajo el punto de vista de su eficacia , el aeropuerto quedó configurado como una terminal de viajeros para vuelos nacionales principalmente, toda vez que su conexión viaria con la ciudad quedó restringida a las circulaciones por carretera. Al crearse en 1977 el Gran Área de Expansión Industrial de Andalucía, desaparecieron los Polos de Desarrollo y Promoción.

Características del proceso de industrialización granadino

La mayoría de los estudios sectoriales consagrados al análisis de la estructura productiva granadina destacan su debilidad y desestructuración. Como causa probable se estima que en la aglomeración nunca se produjo un proceso de industrialización Así por ejemplo, en la memoria del P.O.T.A.U.G. , aunque, de hecho, el auge de la industria azucarera durante las primeras décadas del siglo XX tuvo un impacto comarcal indudable, que actuó como motor de desarrollo de la ciudad y de los municipios de la Vega Manuel Martín Rodríguez, Azúcar y descolonización. Origen y desenlace de una crisis agraria en la Vega de Granada. El “Ingenio de San Juan”, 1882-1994. Granada: Universidad de Granada, 1982. . Por ello, la debilidad estructural del sector industrial granadino habría que entenderlo desde otras premisas, pues el antecedente de las azucareras pone en crisis el argumento de la falta de una tradición empresarial granadina.

Granada posee un escaso tejido social y un fortísimo desarrollo del sector terciario, de los servicios, y sobre todo, de los servicios públicos, por lo que en la estructura socioprofesional predomina el amplio conjunto de las clases medias, las clases medias patrimoniales, las cuales parecen haber impuesto su patrón social a posibles culturas sociales más diferenciadas, asociadas a otros sectores y clases sociales F. Conde, Op. Cit. 31 y ss, seguimos las conclusiones del autor en la argumentación que sigue a continuación. . A juicio de F. Alcalde, todo parece indicar que el amplio conjunto de las clases medias patrimoniales han ido configurando una progresiva convergencia de intereses, expectativas sociales y culturales en las que las rentas del suelo representan un papel clave. La propiedad y uso del suelo han generado en toda la aglomeración urbana todo un circuito económico en el que los ingresos procedentes del exterior, vía salarios, vía estudiantes y vía turismo, se inmovilizan en el sector inmobiliario, y han acabado por configurar la base de la intensa actividad inmobiliaria de toda la aglomeración urbana.

De este modo, el capital circulante generado en otras actividades económicas se inmoviliza, se transforma en un bien de uso inmóvil: la propiedad inmobiliaria. Inversión, pues, en bienes raíces que ha derivado en la transformación de suelos rústicos en residenciales y en la canalización del ahorro hacia el sector inmobiliario.

    Página actualizada el: 26/01/2004
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