Colecciones
Parte esencial de sus colecciones procede de aquellos fondos desamortizados, que constituyen el grueso de la colección estable, en los que predomina la pintura granadina de tema religioso realizada entre el siglo XVI y el XVIII. Son obras procedentes de monasterios como el de la Cartuja, o series de cuadros que decoraron el interior de conventos como los de San Francisco, la Merced, los trinitarios o los agustinos descalzos. La colección estable también creció en número a lo largo de la pasada centuria, especialmente por la labor desarrollada por Don Emilio Orozco Díaz, director del Museo entre 1956 y 1972, que gestionó numerosas adquisiciones y donaciones con las que, entre otros logros, se cubrió la laguna que hasta ese momento suponía la ausencia de obras de los artistas granadinos de la primera mitad del siglo XX.
Por último, a partir de 1984, el Museo ha recibido un importante impulso en este terreno con la aportación de la Colección de Junta de Andalucía asignada al mismo, colección que está fundamentada en obras de los siglos XIX y XX.
Actualmente la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía ha orientado su política de adquisiciones a cubrir los puntos más débiles de la colección, centrándose en la adquisición de artistas contemporáneos granadinos de reconocido prestigio, como Manuel Ángeles Ortiz, Manuel Rivera o José Guerrero.
Igualmente tras el cierre de las salas del Museo para su acondicionamiento, se han llevado a cabo un importante número de intervenciones sobre las colecciones, que han permito detener el deterioro en unos casos y recuperar sus valores artísticos en otros. Junto con las campañas anuales de restauración, el mayor empuje en esta materia ha sido la preparación de la colección para el discurso expositivo. El trabajo desarrollado en estos cuatro años permitirá que el visitante pueda contemplar las obras que integran la exposición permanente en todo su esplendor.
Salas
SALA I Un nuevo orden, un nuevo arte.
Con la caída del reino nazarí, Granada entra en la órbita del arte cristiano occidental. El nuevo orden político, social y religioso precisaba imágenes y símbolos que lo identificaran. Para satisfacerlos, los nuevos pobladores tuvieron que recurrir a la importación de obras de arte y de artistas foráneos, algunos de los cuales se establecerían definitivamente en Granada, sentando las bases sobre las que surgirán los primeros artistas netamente granadinos de la siguiente generación.
La primera sala, abarca desde finales del siglo XV hasta la primera mitad del siglo XVII, concentra una gran diversidad de estilos y responde con ello a la propia historia de la ciudad. En ella conviven, ordenadamente, obras importadas, como el Tríptico del Gran Capitán y alguna tabla hispanoflamenca, con obras realizadas por los artistas foráneos como Francisco Chacón, Ruperto Alemán, Jacobo Florentino, Diego de Silóe, Juan de Aragón; Juan de Orea y Francisco Sánchez, de los cuales se recupera parte de la sillería de coro de Santa Cruz la Real, Pedro de Raxis, Sánches Cotán y Vicente Carducho.Destaca sobre todo el espectacular grupo escultórico del Santo Entierro en mdera policromada y dorada, obra de Jacobo Florentino, procedente del Monasterio de San Jerónimo el Real.
SALA II Alonso Cano, pintor y escultor
Esta sala está dedicada monográficamente a Alonso Cano (1601-1667), el artista granadino por excelencia, coetáneo y amigo de Velázquez y de tantos otros grandes de su tiempo. Su arte, caracterizado por un dibujo impecable y una elegancia serena y monumental.
SALA III Los seguidores de Alonso Cano
La fuerte impronta de Alonso Cano marcó con el signo de lo “canesco” todo el desarrollo de la pintura granadina de las segunda mitad del siglo XVII. En la sala están presentes sus mejores seguidores, como Pedro Atanasio Bocanegra, Juan de Sevilla, Pedro de Mena y José de Mora, junto a otros menos conocidos, como Pedro de Moya y Felipe Gómez de Valencia. Cierran el ciclo las obras del también pintor y escultor José Risueño, último exponente destacable de lo canesco, que nos introduce en el siglo XVIII.
SALA IV Pintura profana del siglo XVII
La pintura de carácter profana, aún siendo menos frecuente en la España de aquella época que la de tema religioso, gozó de gran estima en los ambientes cortesanos. Este paréntesis temático, invita a una breve reflexión sobre otra vertiente de la pintura, en la que tienen cabida una gran diversidad de temas, como el alegórico, el paisaje, el retrato, la pintura de género, y, como no, las naturalezas muertas.
SALA V El siglo XIX
El siglo XVIII es la época menos interesante para el arte en Granada. Ya entrada la segunda mitad del siglo XIX empieza a recuperarse, con algunas figuras interesantes como Manuel Gómez-Moreno González. Otros artistas locales, como José Garrocha, Juan Bautista de Guzmán o Ruiz de Almodóvar ilustran con sus obras las preferencias de la burguesía por otros temas como el retrato, el paisaje o las escenas de género, más apropiados para la decoración del ambiente doméstico.
SALA VI Granada como tema
Granada como otras ciudades andaluzas, ejerció una enorme atracción sobre multitud de artistas y literatos que, precedidos por los relatos de los viajeros románticos, fomentaron el mito creado en torno a Granada y su pasado. Esta facete proporcionó a la ciudad un nuevo esplendor. Por ello, este espacio se dedica en exclusiva a aquellas obras que tienen Granada como tema, abarcando el periodo de mayor proliferación: desde la llegada de los viajeros románticos, hacia 1830, hasta un siglo después.
SALA VIII El resurgir del siglo XX
Los artistas nacidos en las últimas décadas del siglo XIX serán los artífices del despertar artístico de la ciudad, legando a alcanzar reconocimiento a nivel nacional e internacional. Al trio formado por José María Rodríguez-Acosta, José Mª López Mezquita y Gabriel Morcillo se le une el escultor Juan Cristóbal González Quesada
SALA IX Arte contemporáneo
La último sala es prolongación de la anterior aunque se centra, fundamentalmente en la segunda mitad del siglo XX. Agrupa a artistas que, nacidos en los últimos años del siglo XIX, como Ismael González de la Serna o Manuel Ángeles Ortiz, o en las primeras décadas del XX, Manuel Rivera o José Rivera o José Guerrero, apostaron decididamente por la apertura de su arte a las corrientes artísticas renovadas