El alcalde de Granada, Francisco Cuenca, ha suscrito esta mañana la declaración de Ciudades por la Paz, el Diálogo y la Convivencia junto a la alcaldesa de Córdoba, Isabel Ambrosio, los alcaldes de Sevilla, Juan Espadas, y Nürnberg, Ulrich Maly, y el presidente de la Fundación Tres Culturas, André Azoulay. La firma del acuerdo, que ha tenido lugar en el salón basilical de la Ciudad Califal de Medina Azahara, se enmarca e la celebración del Día Internacional de la Tolerancia, declarado el 16 de noviembre por la Asamblea General de las Naciones Unidas.
Para Cuenca, quien ha agradecido a la alcaldesa de Córdoba una iniciativa “a la que Granada no podía faltar”, la firma de este pacto supone una nueva oportunidad para el diálogo, la paz y la convivencia. “Hoy estamos aquí representantes de cuatro ciudades singulares, insignes, por su pasado, por su acerbo cultural y por lo que representaron en un momento determinado para el mundo. Unas ciudades que fueron reflejo de convivencia”, ha dicho.
Así, la Declaración, que será remitida a la Asamblea General de Naciones Unidas, a la Unesco y a la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP), pretende "reunir a aquellas ciudades que entiendan necesaria la aportación del ámbito de administración más cercano al ciudadano, a la hora de debatir y analizar los principales problemas que afectan a la sociedad y a los que la óptica de la cercanía puede aportar posibilidades de solución", según se recoge en su enunciado.
El texto recoge además que "ciudades como Córdoba, Granada y Sevilla son un referente mundial de la convivencia de las tres culturas monoteístas, que hoy en día son las principales en la cuenca del Mediterráneo y en cuyos enfrentamientos, se sitúan buena parte de los conflictos actuales", mientras que "la ciudad de Nürnberg puede considerarse como la capital europea de los derechos humanos y un ejemplo en la lucha en favor de los mismos, después de haber sido la cuna de las leyes raciales del nazismo".
La firma de esta declaración supone además, según ha dicho Francisco Cuenca, “un grito de esperanza, una llamada en voz alta para despertar conciencias y agitar el deseo innato de construir una sociedad más justa, en la que el diálogo y la convivencia jamás señalen al supuestamente diferente, al contrario, apuesten por un mestizaje enriquecedor del que nazca una Cultura basada en la paz”, ha concluido.